Vida y Muerte
Cuando mi madre murió el 13 de diciembre, las emociones que sentí fueron inesperadas.. A pesar de que habíamos hablado abiertamente sobre la muerte durante varios meses atrás, su partida fue inesperada y dolorosa. Sin embargo, encontré consuelo ya que habíamos leído juntas el Libro tibetano de la vida y la muerte, el cual me recordó la importancia de vivir plenamente cada momento, sin aferrarse a la vida o temer a la muerte.
El Libro Tibetano de la Vida y la Muerte, escrito por Sogyal Rinpoche, es una guía espiritual que explora la muerte y la vida a través de la lente de la filosofía tibetana del budismo. El libro ofrece una visión de cómo afrontar la muerte con serenidad y cómo vivir plenamente en el momento presente.
En el libro se explica que la muerte es una parte natural e inevitable de la vida, y que aceptarla y comprenderla es esencial para vivir una vida plena y significativa. Se describe la existencia de una "mente búdica" dentro de cada ser humano, una fuente de sabiduría y compasión que puede ser desarrollada a lo largo de la vida para prepararse para el momento de la muerte.
Además, el libro ofrece prácticas y enseñanzas para la meditación, la compasión y el cuidado de los demás, así como para enfrentar el miedo a la muerte y al dolor. También se aborda la importancia de la conexión con los demás y la creencia en la interconexión de todos los seres.
A través del libro, aprendí que la muerte es inevitable y que la verdadera felicidad se encuentra en aceptarla como una parte natural de la vida. Esta filosofía me ayudó a ver la muerte de mi madre como un proceso natural, un paso hacia algo más grande y no como una pérdida irreparable. Comprendí que ella seguía viva en espíritu y que, a través de los hilos invisibles de energía universal, siempre estaríamos conectadas.
Mientras lidiaba con la tristeza y la pérdida, mi familia, mis amigos y mis maestros, así como mi práctica de yoga se convirtieron en herramientas importantes para ayudarme a procesar mis emociones y encontrar paz y consuelo. La práctica de yoga me permitió estar presente en el momento y mantenerme serena, mientras que el detox me ayudó a limpiar mi cuerpo y mente de toxinas acumuladas.
Sin embargo, el camino del duelo no fue fácil. Tuve momentos de dolor y tristeza intensos, especialmente en enero, pero aprendí a aceptar mis emociones y permitirme sentir lo que tenía que sentir. Con el tiempo, mi proceso de duelo se convirtió en un viaje de autoconocimiento y aprendizaje.
En definitiva, vivir con la muerte presente no significa tener miedo o vivir en la tristeza constante, sino más bien en aceptar la muerte como una parte natural de la vida y vivir plenamente en cada momento. Mi proceso de duelo me ha enseñado mucho sobre el valor de la vida y la importancia de abrazar cada momento con amor y gratitud.
Te amo Mamá